Los choques climáticos afectan cada vez más a nuestra región, tal es el caso de la falta de agua potable en Uruguay, que desató una crisis inédita. La situación del norte argentino es otro ejemplo de cómo las causas naturales perjudican el acceso al agua. Qué importancia tienen los organismos que gestionan la administración del recurso hídrico.
En Argentina no desconocemos las problemáticas de una sequía. El flagelo a la cosecha del sector agropecuario entre fines del año pasado y comienzos de este 2023 derivó en una crisis económica seria para el país. A su vez, las sequías tienen sus coletazos directos en el acceso al agua potable. En lo que respecta a este particular, durante el verano se agravaron las falencias en la distribución del recurso producto de dicha sequía. Los expertos hablan de que no se puede obviar, a esta altura, la relación de estos azotes naturales con el cambio climático.
Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los fenómenos meteorológicos extremos y los choques climáticos se están agravando en América Latina y el Caribe: en los últimos 30 años, las temperaturas se elevaron a un promedio de 0,2 ºC por década, la tasa más alta de la que se tiene constancia.
A su vez, a medida que se aceleran la tendencia al calentamiento a largo plazo y el aumento de nivel del mar, se pondrá cada vez más de relieve un círculo vicioso con impactos negativos sobre los países y las comunidades locales. El estudio concluye que la sequía prolongada derivó en un descenso de la producción hidroeléctrica en amplias zonas de América del Sur, que junto al aumento del nivel del mar, una gran parte de la población que vive en zonas costeras terminó con problemas de escasez de agua, ya que contamina los acuíferos de agua dulce y erosiona las costas.
Uruguay, y especialmente Montevideo, fue el caso reciente más emblemático de cómo el cambio climático puede producir una sequía atroz que no tiene precedentes en los últimos 70 años. Los niveles extremadamente bajos que alcanzaron las reservas de Paso Severino, la principal fuente de agua dulce para la zona más poblada del país vecino, mantuvieron durante meses en alerta a toda la región.
De vigencia actual, la crisis de Uruguay es parte de un panorama histórico mayor en cuanto a la problemática de la escasez del recurso hídrico. En términos globales, un 26 por ciento de la población no tiene acceso a agua potable, según consignó la Organización de las Naciones Unidas en su más reciente Informe Mundial sobre el Desarrollo de Recursos Hídricos.
Además, la ONU da cuenta de otras cifras, por caso, que 1,4 millones de personas mueren anualmente, al tiempo que otras 74 millones verán acortada su vida a causa de enfermedades vinculadas con agua, saneamiento e higiene deficientes, empujadas indirectamente por fenómenos naturales como sequías o temperaturas extremas.
El impacto de fenómenos climáticos en Argentina
Evidentemente, nunca se puede estar preparado 100% para desastres naturales. Algunas de las dificultades que afronta la región provienen del impacto de “La Niña”, una anomalía climática que tiene lugar desde hace tres años, y que no solo ha afectado a Uruguay, también algunas provincias del norte argentino sufren sus coletazos.
“La Niña” es un patrón climático relacionado con una reducción en la temperatura superficial del mar en el Pacífico que influye en el clima de todo el mundo que afectó la regularidad de las lluvias. La precipitación pluvial total en la zona central de la Argentina fue la más baja registrada en más de medio siglo, por lo que no solo la producción de cultivos cayó drásticamente en regiones agrícolas, el efecto llevó a que algunas provincias norteñas declararon emergencias hídricas en varias áreas.
En conjunto, el cambio climático está provocando escasez de agua. Además, en el norte argentino se añaden factores como temperaturas extremas y focos de incendio que comúnmente agravan el drama de una sequía. En pos de llevar una solución a sus habitantes, actualmente, en las zonas afectadas, se están construyendo grandes reservorios para subsanar los desafíos que plantea la falta del recurso. Tal es el caso de Laguna Yema, en Formosa, donde se puso en marcha un sistema de bombeo artificial para evitar que se seque el Canal El Aibal.
Néstor Álvarez, subadministrador del Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento (ENOHSA), organismo que se encuentra a cargo de estos proyectos, sostiene que “el agua potable inocua, la gestión sostenible, el saneamiento y la higiene, y el desarrollo de los recursos hídricos son elementos indispensables para garantizar la seguridad hídrica a nivel global”.
Con esta perspectiva, en Formosa también se avanza con la ejecución de tres obras de provisión de agua, entre ellas el acueducto de agua cruda desde el río Paraguay a Misión Laishí y Mayor Villafañe.
A éste, se suma otro acueducto que llevará agua a Subteniente Perín, Lavalle y Riacho de Oro, así como la construcción de otra planta de tratamiento en esta última localidad, entre otras mejoras que completará el ENOHSA para dar acceso al agua segura a más de 10 mil personas en la provincia.
“Hoy en día, a nivel país, se está trabajando en 1.051 obras de agua y saneamiento”, detalla Álvarez al respecto. Y concluye: “Este número se viene incrementando considerablemente para alcanzar la ampliación efectiva de cobertura de agua y saneamiento, que es el objetivo que se tiene que plantear el Estado como garante de estos derechos que corresponden a la totalidad de la población”.
En esta línea de acción, el ENOHSA totaliza 63 obras en curso en el norte argentino, con una inversión superior a los 31 mil millones de pesos y en beneficio de más de 2 millones de personas. Algunos de esos trabajos se dividen de la siguiente manera: un proyecto en Jujuy, 24 en Formosa y 37 en Salta. En el caso de Catamarca son 51 obras y proyectos en total. En Tucumán destaca la planta de tratamiento de líquidos cloacales en San Andrés, una inversión que supera los 1.162 millones de pesos. Entre todos, generaron más de 2.200 puestos de trabajo.
En cuanto a Jujuy, la obra más destacada es la planta potabilizadora Libertador General San Martín, mientras que en Salta sobresale el reemplazo del acueducto de la planta potabilizadora 1° Etapa de Tartagal. Por último, en Formosa las tareas más importantes se realizan en torno a la emergencia hídrica por bajantes de los ríos Paraná - Paraguay y Bermejo Resistencia.